
¿Qué tienen en común películas como Apocalipsis Now, de Francis Ford Coppola; Sabotaje, de Alfred Hichtcok, y Los Duelistas, de Ridley Scott? Aparentemente nada. Las temáticas y el estilo de los directores difieren de manera abismal, pero un observador aguzado puede encontrar como hilo unificador que las tres películas se basan en obras escritas por el autor inglés Joseph Conrad, tituladas el corazón de las tinieblas.
De este autor recientemente se cumplieron 85 años de su muerte.
A este escritor la crítica especializada lo considera uno de los monstruos sagrados de la literatura inglesa, pero paradójicamente Conrad no era inglés de nacimiento, sino polaco. Uno de los elementos que están siempre presentes en su obra literaria es esa sensación de falta de sentido de pertenencia. Es un escritor marcado por el desarraigo, y ese desarraigo se convierte en una especie de marca en todos los personajes que aborda en su literatura.
BIOGRAFíA:
Conrad nació en Berdichev, Ucrania, el 3 de Diciembre de 1857. Descendiente de una familia de nobles terratenientes arruinados, el padre de Conrad era conocido por sus actividades políticas antirrusas, lo que le costó a la familia la persecución y el exilio a una región inhóspita, con un clima extremadamente duro. Ese entorno hizo que los padres de Conrad murieran.
Su tío se convirtió en su tutor. Le pagó los estudios y lo ayudó económicamente. Abandonó su tierra natal y viajó a Marsella, aquí decidió embarcarse en viajes a las Indias Occidentales, donde tiene una vida llena de aventuras. Se dedicó al contrabando de armas. Luego se radicó por un tiempo en España y se introdujo en actividades de apoyo a las guerrillas carlistas que combatían al gobierno español. Después de su experiencia guerrillera se trasladó a Inglaterra, en 1880, en este territorio fijó definitivamente su residencia.
Se alistó en la marina mercante británica y viajó por Australia, Borneo, Malasia, islas del Pacífico Sur. En 1890 realizó una travesía por el río Congo, experiencia vital que sentó las bases para la elaboración de su novela más conocida, El corazón de las Tinieblas. En este viaje estuvo a punto de perder la vida a causa de las fiebres. En 1894 abandonó la marina con el grado de capitán, y se dedicó a la escritura. En 1896 se casó con Jessie George.
Conrad muere el 3 de agosto de 1924.
LA OBRA CONRADIANA
Los personajes conradianos están humanizados al máximo, dotados de virtudes y defectos, nada de seres planos. Personas normales que en la mayoría de los casos tienen que enfrentar situaciones desesperadas que ponen a prueba sus capacidades para reaccionar. Estas pueden oscilar entre la valentía, cobardía, maldad o locura, pero su característica más interesante es su deseo de buscar en la interioridad del alma esos mecanismos que los impulsan a actuar así.
Conrad se convierte en una especie de buceador o inquisidor de la mente humana, que trata de hallar la respuesta que nos lleve a explicar o entender el comportamiento del ser humano sacando lo mejor o lo peor de ello. En su novela Lord Jim (1899) hace una reflexión bastante acertada sobre la cobardía y el deseo de redención, deseo encarnado en el marino Jim, al que el escritor dota de una personalidad llena de contradicciones y que es acusado de abandonar su barco durante un naufragio, convirtiéndose en un verdadero paria, que sólo logrará encontrar la paz interna cuando entregue su vida por un buen ideal.
Su novela El corazón de las tinieblas (1902) es una demostración de la subjetividad de la narrativa de Conrad, obra llenas de matices psicológicas y simbolismo, en la que utiliza su experiencia africana para describirnos el viaje por el río Congo de su álter ego, Charlie Marlon, que es contratado por una empresa llamada eufemísticamente La Compañía, encargada de la comercialización de marfil para buscar a uno de sus empleados llamados Kurtz y que parece haber enloquecido formando en el interior de la selva una especie de feudo personal. El internamiento de Marlow por la selva es un viaje iniciático a las profundidades del infierno y a la descripción más grotesca de la brutalidad del ser humano, además de convertirse en la pérdida de la inocencia de Marlow, que al inicio de la novela es un hombre lleno de ilusiones de hacer carrera y de conocer el mundo; y el choque con la personalidad de Kurtz, que encarna la locura y el delirio de grandeza. En la obra, la selva es una alegoría de la transformación del hombre en un ser primitivo dominado por sus impulsos más bajos. Con esta novela, su autor lanza una fuerte denuncia contra el genocidio que ocurría en ese momento en el Congo belga.
Su último libro, El pirata (1923), es un hermoso relato sobre el desarraigo y el deseo de echar raíces y descansar definitivamente, características reunidas en el bucanero Jean Peyrol, que decide abandonar su agitada vida aventurera y llena de violencia para encontrar la paz y quizás el amor en un lugar apartado de la campiña francesa, pero esa paz no podrá ser disfrutada porque la guerra y la muerte lo alcanzarán de manera fatalista.
Novela de contenido crepuscular, narrada con fluidez y con un hermoso final que representa la culminación épica de una vida marcada por la tragedia del convulso siglo de las guerras napoleónicas y los excesos de la Revolución.
En el cuento, Conrad nos ha legado obras maestras como Falk, narración sobre cómo un marinero náufrago tiene que caer en el canibalismo para poder sobrevivir y el sentido de culpa que lo lleva a sufrir un tormento terrible que solo el matrimonio puede conducirlo a la redención. O también Amy Foster, pequeño estudio sobre la crueldad humana frente a la incomunicación, producto del desconocimiento del idioma. Muchos críticos quieren ver la figura del propio autor y los problemas que tuvo que pasar para poder adaptarse en su nuevo país; y Tifón, una de sus mejores narraciones cortas en la que un capitán mediocre y su pequeña embarcación tendrán que enfrentarse a este fenómeno natural y cómo por medio de la fuerza de voluntad logran salir avante.